El Abrigo del Llano, continuación a Historia
El abrigo del Llano, se encuentra en el término
municipal de Rillo de Gallo, comarca de Molina de Aragón. Saliendo hacia
el norte de la localidad de Rillo por un camino vecinal de tierra, puede
llegarse al
abrigo
tras dos kilómetros de recorrido [donde se abre el barranco a una
pradera, junto a la caseta de la toma de agua de la fuente de Rillo],
pasando hacia el este el Arroyo Viejo y ascendiendo unos 500 m. por un
sendero forestal que conduce a una replantación de pinos y una cabaña de
pastores situada justamente frente a nuestro abrigo. Sus coordenadas
son: 40º 53' 08" latitud norte y 1º 55' 18" longitud oeste, con
referencia al meridiano de Greenwich hoja 489, Molina de Aragón, del
mapa topográfico del Instituto Geográfico Nacional, escala 1/50.000.
La Comarca de Molina de Aragón es alta, unos 1.300 m. sobre el nivel del mar, seca y fría, con algunos restos de matorral degenerado del Roble rebollo, pocos enebros y abundantes pinos de repoblación. El régimen fluvial es tipo fluvionival, con fuertes estiajes, cruzando un territorio bien dotado de calizas y areniscas, éstas últimas soporte de las formas artísticas y ambiente del yacimiento.
El abrigo propiamente dicho es el producto de la erosión en una formación de areniscas rojas del Triásico Inferior conocida como "rodeno", existente a uno y otro lado de la Cordillera Ibérica, a veces en forma de pura arenisca ya veces en forma de conglomerado con intercalaciones de cantos de cuarzo y otros materiales. Mide 10 m. de longitud por 1,70 m. de profundidad mayor, en una zona con altura máxima de 2,80 m. en la que realizamos el primer corte en la campaña de 1986.
La conservación del abrigo y su pared es mala, en
primer lugar por lo deleznable de la roca constitutiva, en segundo lugar
por su utilización frecuente como cercado para el ganado y, en tercer
lugar, por los frecuentes y profundos cambios de temperatura, propios de
las condiciones extremas del lugar. La conservación de este panel es,
por tanto, casual y nuestra sistemática prospección en los abrigos de su
entorno próximo sólo ha dado como resultado el descubrimiento de restos
de pintura muy fragmentarios, que nunca llegan a formar una unidad
comprensible.
Frente al abrigo se desarrolla una amplia explanada, ocupada en parte por la citada cabaña de pastores, y aparentemente lugar originario de la ocupación calcolítica del yacimiento, del cual nuestro abrigo y el superior donde se realizó en 1987 el corte 3, no serían sino lugares marginales con una serie de materiales arrastrados y exógenos, producto más que probable de una dispersión centrífuga de origen animal depositada entre piedras y del aporte de la disgregación del rodeno de la zona.
En el mapa adjunto se sitúa el Abrigo rupestre del Llano en la parte más occidental de la zona norte española de las pinturas rupestres de todo el arco mediterráneo. Y único en la provincia de Guadalajara.
LAS REPRESENTACIONES RUPESTRES
En la zona central del abrigo y visibles desde una cierta distancia, aparecen las figuras pintadas, once en total y diversas en su aspecto y constitución, aunque con una aparente organización, al menos en lo que se refiere a la época estilísticamente más antigua.
Cinco son las figuras más destacables del conjunto central todas ellas asignables a un ambiente artístico del ciclo llamado levantino, denominación que aunque pueda parecer distante de la provincia de Guadalajara, no lo es tanto si recordamos Albarracín o los ambientes interiores del citado ciclo. La primera de ellas es un resto pintado de algo que debió ser mayor y podría ser resto de un tocado femenino como el que aparece en el abrigo I de Bojadillas, en Albacete, lo que no desentonaría especialmente con una figura, perfil femenino con toda probabilidad, por el resalte de sus formas y por los parecidos con la de la Cañada de Marco, en Teruel y 1a del abrigo del Ciervo, en Dos Aguas
El resto de las figuras del abrigo son fragmentos de pintura difíciles de interpretar, claramente pertecientes al ciclo esquemático, cruciforme el primero y antropomorfo el segundo, en una manifestación de continuidad, característica del abrigo del Llano y de otros lugares interiores levantinos como Villar del Humo, en Cuenca. Probablemente estas pinturas se corresponden con el hábitat calcolítico que vamos a describir.
En lo que se refiere a cronología y valoración del
abrigo dentro del arte levantino, a nadie se le oculta la dificultad de
tal intento cuando se habla de arte rupestre, agravado sin duda cuando
se aplica al arte levantino. Nuestras manifestaciones son
mayoritariamente de estilo levantino, admitiendo el término no en su
acepción geográfica, sino en su significación estilística. Como decíamos
en nuestro trabajo para el XIX Congreso Nacional de Arqueología, la
determinación nos parece suficiente y preferible a otras que intentan
otorgar un carácter cronológico especialmente tardío. En la citada
comunicación indicábamos la posibilidad de disentir de esas cronologías
recientes, pues creemos que las posibilidades cronológicas son más
amplias y, en gran parte, racionalmente más antiguas, por su propia
constitución y por los paralelos que pueden establecerse en el arte no
rupestre del Levante español, en concreto el existente en los niveles
Paleolíticos del Parpalló. Fuera de esas condiciones generales, poco se
puede decir del abrigo de Rillo de Gallo, dotado de pocas y mal
conservadas figuras, que en todo caso y, por lo que se refiere a las
centrales, no parece de un estilo demasiado avanzado. Los bóvidos
deberían ponerse en relación con una primera época, estática, tipo
Albarracín y las figuras humanas con un mismo momento o con otro algo
más avanzado, dinámico, al menos en uno de los casos.
LA EXCAVACIÓN
Nuestras excavaciones se llevaron a cabo en dos campañas, durante los años 1986 y 1987, con un permiso de actuación arqueológica. En la primera campaña efectuamos un primer corte -O-, que nos permiti ó conocer la existencia de un interesante material cerámico, pero arrastrado y fuera de contexto. De ahí que en la campaña de 1987, planteásemos dos cortes más al pie del abrigo con pinturas, con parecidos resultados y otro en un abrigo superior, corte 3, en el que aún no hemos alcanzado la roca base. En la figura, panel principal del abrigo donde aparecen las figuras pintadas.
LA CERÁMICA DE LAS
EXCAVACIONES
En la primera
campaña efectuamos un primer corte -0-, que nos permitió conocer la
existencia de un interesante material cerámico, pero arrastrado y fuera de
contexto. De ahí que en la campaña de 1987, planteásemos dos cortes más al
pie del abrigo con pinturas, 1 y 2, con parecidos resultados y otro en un
abrigo superior, corte 3, en el que aún no hemos alcanzado la roca base.
Corte O
Se planteó bajo el abrigo con pinturas, durante la campaña de 1986, con la
intención de encontrar algún material que contribuyera a su cronología.
Medía 1 x 1,70 m. y estaba orientado N.0.-S.E.
El transcurso de los trabajos nos
hizo ver que no existía ningún nivel "in situ" y el aspecto rodado de muchos
de los fragmentos ratificaba esta apreciación. No obstante, para su estudio
hemos separado los materiales de
las capas superficiales de los que se encontraban en la base del terreno
-conjunto I y II- por si de ello pudiéramos extraer alguna información.
Durante la excavación, éstos se ordenaron por niveles artificiales con el
levantamiento de planos de distribución de cada una de las capas. En
general, el corte no ofreció mucho material, sobre todo si se compara con el
que apareció en la campaña de 1987. La cerámica hallada muestra evidentes
huellas de rodamiento; está hecha a mano, con alguna intrusión de cerámica a
torno. Normalmente, está mal cocida, con degradantes medios y gruesos de
cuarzo y mica y su tratamiento más generalizado es un alisado superficial.
La industria lítica es escasa. En la figura, situación de los cortes 0
(campaña 1986), 1 y 2 al pie del abrigo donde se encuentran los pinturas del
esquema del otro gráfico.
En el conjunto I,
formas exvasadas y entrantes poseen idéntica representación (30,7%), muy
próxima a la de las formas rectas (23%). Esta coincidencia puede deberse a
la escasez de formas recogidas. Predomina la cerámica lisa y en el caso de
las decoraciones, se trata de impresiones en el borde o de motivos incisos
campaniformes. Destaca por su singularidad el fragmento de pared con
cordones en relieve entrecruzados e impresiones, que además posee un engobe
a la almagra. Es un fragmento de un vaso probablemente de gran tamaño.
En lo que se
refiere a los campaniformes, señalaremos un fragmento de cazuela de boca muy
amplia (34 cm. de diámetro) con decoración al interior. Un fragmento
idéntico fue encontrado en la campaña de 1987 en el corte I y pudo pegarse
con éste, lo que indica la enorme dispersión del material.
La única
representación lítica está constituida por dos lascas de sílex.
El conjunto II, que
se encontraba en contacto con la roca base, también presentaba un escaso
número de piezas. Sólo se documentaron ocho fragmentos de cerámica y seis de
sílex.
En cerámica son
mayoría las formas exvasadas con un 62,5% del total, seguidas de las
entrantes, con un 12,5%. No hay vasos rectos, aunque sí aparece alguna forma
carenada similar a las del conjunto anteriormente descrito. Formas abiertas
como la descrita con el número 4, indican la presencia de cuencos abiertos y
poco profundos dentro de la línea de las taças semiesféricas", elementos
bien documentados en el calcolítico del suroeste en relación con la
secuencia de los platos de borde almendrado.
Respecto a las
decoraciones, destacan las impresiones en el borde de las piezas números l,
2 y 6 y una acanaladura en el labio del fragmento número 3. Hay que añadir
la decoración de un fragmento de pared de un recipiente de buen tamaño, con
triángulos rellenos de líneas.
La industria
lítica, aunque escasa, es más abundante que en el conjunto I. Hay dos
láminas sin retocar, una hoja retocada, un perforador y cuatro núcleos
agotados. Toda ella es en sílex.
Corte l.
También situado al
pie del abrigo, con orientación NO-SE y 3 x 2 m. Al igual que el resto de
los cortes, no posee una estratigrafía, sino una serie de materiales
revueltos mezclados con piedras que evidencian una caída de material de la
zona superior al abrigo (figura 10). La acumulación de piezas nos ha llevado
a separar los elementos en directa conexión con el suelo natural, del resto.
De ahí que describamos los conjuntos I y II, constituyendo el II el más
próximo a la roca base.
Conjunto I:
En el corte l en su
zona superior, se han contabilizado 71 formas cerámicas, todas ellas
fragmentos de tamaño pequeño y mediano y muchas con huellas de rodamiento
indicando que no se encuentran en su posición originaria. Hay además 91
fragmentos de pared a mano y restos de vaca y cerdo, que no podemos
identificar con seguridad como pertenecientes a la ocupación antigua, pues
también aparecieron algunos fragmentos a torno de difícil cronología. Por
otra parte, conocemos el uso del abrigo como paridera y resguardo de ganado
hasta el momento actual.
Las cerámicas se
han realizado en pastas mal cocidas con cuarzo y mica de grano medio y
grueso como degrasante y tratamientos simples en sus superficies,
generalmente alisadas. Las decoraciones se hacen presentes con cordones
impresos, bordes dentados y alguna pared cepillada. Como elemento de
prensión, mamelones elipsoidales o circulares.
La industria lítica
está representada por núcleos agotados y desechos de talla. Respecto a los
útiles, destaca la presencia de hojas y hojitas sin retocar, alguna pieza de
hoz y un perforador. Hay que señalar la total ausencia de industria
pulimentada en el total de los materiales de este yacimiento.
El conjunto
cerámico que analizamos posee una representación de vasijas lisas tres veces
mayor a la de decoradas. Entre las formas, predominan las exvasadas que
suponen el 33,8% del total del primer conjunto de este corte. Algunas de
estas formas se han decorado (12,5%), preferentemente en el borde a base de
impresiones de dedos o de pequeños trazos verticales y paralelos entre sí.
No obstante, la mayor parte de las formas exvasadas no se han decorado (87
,5%), siendo necesario distinguir entre las vasijas de pared globulosa con
tendencia a cuello marcado (66,6%) de los cuencos (33,3%), generalmente muy
abiertos que pueden clasificarse como "taças semiesféricas".
Las formas
entrantes representan el 29,5%, predominando los elementos sin decoración
(85,7%), sobre los decorados (14%), que repiten la preferencia de la
decoración en la zona superior de los bordes. Se trata de cuencos, a veces
de muy pequeño tamaño, aunque están presentes ejemplares de mayor
envergadura como el siglado con el número I.
Las formas rectas
son escasísimas (8,4%), siendo mayoría las no decoradas (83,3%), mientras
que las decoradas ( 16,6%) se inclinan una vez más por la zona superior del
borde.
Dentro del conjunto
destaca la presencia de formas de carena baja que se han recogido en un
porcentaje del 14% del total. Se trata de vasijas lisas que tienden a un
mejor tratamiento de las superficies, reflejado en un alisamiento más
cuidadoso.
Las ollitas con
pezón son escasas -3- y no poseen decoración.
Algunos fragmentos
de pared presentan un fuerte cepillado -2- y un número similar tienen
decoración acanalada.
Como única
decoración plástica, tenemos una serie de fragmentos de pared con cordones
en relieve -3- decorados con impresiones de dedos o de estaquilla.
En todos los tipos
mencionados, la proporción de decoradas es bastante parecida, no alcanzando
nunca el 15%.
Por lo que se
refiere a la industria tallada, se recogieron 64 piezas entre núcleos
agotados, lascas, desechos de talla y útiles. la materia prima es el sílex,
con alguna excepción en cuarzo. Los útiles, en el sentido clásico del
término, representan el 21,8% de la industria recogida. Destaca un
perforador lateral sobre lámina arqueda de pequeño tamaño. Es mayoritario el
grupo de hojas y hojitas, predominando estas últimas sin retocar. Sólo hay
una hojita retocada y un diente de hoz.
En este pequeño
conjunto no existe armadura de ninguna clase, ni industria pulimentada.
Ambos elementos conjugarían perfectamente con la industria cerámica que
acabamos de caracterizar.
Conjunto II:
Una segunda parte
de este corte es la que hemos llamado conjunto II, con el único fundamento
de delimitar alguna diferencia por el hecho de encontrarse sobre la roca
base.
El número de piezas
es sensiblemente más escaso, La cerámica repite la mala cocción observada en
el conjunto I. Las decoraciones son escasas, destacando un fragmento de
cazuela campaniforme que casa con el encontrado en el corte O de la campaña
de 1986, indicando una vez más que el material no se encuentra "in situ".
Hay además un borde con impresiones.
Seleccionamos aquí
12 formas y contabilizamos además 9 fragmentos de pared a mano. La industria
lítica también es escasa con sólo tres piezas.
Ahora las formas
exvasadas suponen el 50% del total, con un porcentaje similar para vasijas
con cuello y para los cuencos abiertos o taças semiesféricas. Sólo una de
las vasijas con cuello muestra el borde decorado,
Entrantes son el
25% de las formas, siempre cuencos de pequeño tamaño, y bordes rectos hay
únicamente uno. También hay un único fragmento de pared cepillada.
Es interesante la presencia en esta zona de una parte del pico vertedero de un crisol, idéntico al documentado en el corte 3 y, también asociado al campaniforme. En este mismo lugar del corte, apareció un resto de escoria de metal que se encuentra en proceso de análisis.
LAS FIGURAS DEL ABRIGO
Las condiciones
físicas indicadas, aparte de la utilización del abrigo como aprisco para el
ganado, han producido en él una mala conservación, figuras en parte
incompletas, y menor número, desde luego, del que debió existir en el
momento de la realización de las pinturas. Lo que queda es casi producto de
una afortunada casualidad, pues la frecuentación del sitio, la roca soporte
y la exposición al sol de poniente, han arrebatado a la mayor parte de los
abrigos vecinos los restos pictóricos que pudieran poseer. Estos serían
algunos, pues aún quedan muestras ocasionales y difusas de ellos.
Junto al abrigo y
al norte del mismo existen más abrigos con niveles arqueológicos. Allí
parecen existir los mejores restos materiales de un conjunto poblacional
neolítico-calcolítico, de donde procederían los materiales que aparecen al
pie del primero, exógenos y arrastrados, con una fragmentación y dispersión
indicativas.
Las figuras se
sitúan en una banda desde más o menos el metro de altura hasta los dos
metros, con una serie conservada de nueve formas sobre el frontal central y
dos en la zona lateral derecha, en el mismo plano o en otro perpendicular
que forma la terminación del abrigo, y mira al noroeste.
Figura 1.
Desde la izquierda
lo primero que se observa es un probable fragmento de figura, de la que se
conserva una parte superior cerrada, compuesta por dos sectores de círculo
encadenados, en una forma próxima a la ojiva, inclinada hacia la derecha.
Mide 20 cm. de altura por 14 de anchura, y está pintada en un color rojo
vinoso, bien delimitado en los bordes que se conservan y homogéneo en su
tinta. Todas las pinturas tienen una tonalidad muy semejante, excepción
hecha de las del lado derecho, donde adquieren un color rojo anaranjado. La
calidad es muy semejante y está más o menos desvaída dependiendo con toda
probabilidad de la conservación de las representaciones y su soporte. Aquí
precisamente hay una saltadura, inmediatamente a continuación de la parte
conservada, que nos priva de un fragmento importante de la figura.
Figura 2.
Se trata de una de
las centrales en el conjunto, y representa un antropomorfo con ancha cintura
y tronco bilobulado. Su apariencia es de figura femenina de perfil, con los
pechos y la cabeza resaltados, supuesto que podría confirmarse por la
carencia de sexo masculino, aunque esa parte se encuentra muy deteriorada.
La zona correspondiente a las extremidades inferiores ha desaparecido,
haciendo imposible el reconocimiento de las mismas. Mide 50 cm. de altura
por 25 de ancho máximo, y comienza a 1,50 m. del suelo actual del abrigo.
Figura 3
Bajo el
antropomorfo nº 2 hay una mancha de color, poco definible, pero que hemos
interpretado como un forma semicircular doble, con sendas protuberancias
verticales en la cúspide, y las zonas abiertas de los semicírculos hacia
abajo. Más bien parece el resto de una figura de mayor entidad, que una
exenta realizada ex profeso, pero sus condiciones de conservación no nos
permiten ser más precisos.
Figura 4
En esta zona y en
vertical, se presentan tres figuras, que describiremos de arriba abajo. La
primera de ellas es un signo cruciforme, en la misma tonalidad de rojo
vinoso habitual, cruz latina cuyo eje vertical mide 10 cms., por 8 cms. el
horizontal. Se encuentra situado sobre una convexidad de la piedra base,
saliente positivo que ha permitido la acumulación de concreciones de color
azulado, que ocultan en parte su visión.
Figura 5
Hemos agrupado
dentro de este número dos manchas que se encuentran situadas entre la 3 y 5,
con sus contornos perdidos, residuos al fin de tiempos mejores. Son ejemplos
de lo que se produce a lo largo de gran parte del panel, donde las manchas
de color, informes e indescriptibles, se repiten, como restos indicativos de
la extensión y el volumen que en otro momento debieron poseer las pinturas.
Formas compatibles, al menos por su indefinición, se encuentran bajo la
figura 1, alrededor de las 5 y en otros sitios.
Figura 6
Bóvido rojo vinoso
mirando hacia la izquierda y realizado con relleno interior desigual, bien a
causa de la conservación de la pintura, o lo que nos parece más posible,
porque posee un a modo de modelado interior, destacable fundamentalmente en
la zona de cuartos traseros, donde la separación entre patas parece marcarse
con menos intensidad en el color. Posee cabeza, cuernos en perspectiva
torcida, línea pectoral y zona de la cruz elevada, creando un espacio de
gran tamaño en toda la zona delantera, desproporcionada si se desea con
respecto a las patas traseras, más gráciles y cortas. Las patas de delante
han desaparecido, así como parte del contorno corporal, que sin embargo se
advierte en su práctica totalidad por lo que respecta a la línea cérvico-dorsal.
Mide 60 cm. de longitud total, cabeza-cuartos traseros.
Figura 7
Línea de color rojo
vinoso, ligeramente interrumpida pero bien delimitada a lo largo de sus 90
cms de longitud. Se encuentra situada justamente junto al límite superior de
la pared y lo sigue en parte, sobre todo en el lado izquierdo, donde además
delimita una zona de abultamiento de la pared, aquella donde algo más abajo
queda plasmado el cruciforme que hemos señalado con el número 4. Es el resto
aparente de un contorno, cuya forma general recuerda de cerca una curva
cérvico-dorsal de gran cuadrúpedo, posible toro, quizás perteneciente a la
mayor figura del panel, sobre cuyo ámbito se habían
Figura 8.
Se trata de un
posible antropomorfo en rojo más desvaído que las formas anteriores, del que
se conservarían cabeza, tronco y pierna izquierda extendida como en posición
de carrera, sugiriendo el cuerpo de un arquero o similar. Mide 25 cm. por 12
cm. en la parte conservada.
Figura 9.
Mancha de color ojo
desvaído, como la figura anterior, en una forma residual y mal definible,
con aspecto aproximado de esteliforme o remolino, para cuya observación
remitimos a la reproducción general. Tendría una anchura máxima de unos 28
cms.
Figura 10.
En trazo pintado de
contorno color rojo claro, y fuera ya de la zona principal del panel, hacia
el lado derecho, aparece una figura de cuerpo fusiforme, cabeza y cornamenta
destacadas, así como el comienzo de las extremidades delanteras y traseras.
Es más esquemática que las anteriores, pero parece corresponder a un cáprido
alargado, a juzgar por la cornamenta y el aspecto general. Su línea de
contorno es relativamente ancha y mide 29 cm. de longitud. En el gráfico,
parte del panel principal del abrigo, donde aparecen las figuras 10 y 11.
Figura 11.
En el lado extremo derecho del abrigo, en una pared que forma ángulo con la principal y se orienta hacia el noroeste, puede verse otro resto pictórico, a una distancia aproximada de 1,30 m. de la figura 9. Es un resto muy perdido y esquemático, que recuerda la forma de un antropomorfo ancoriforme con doble extremidad inferior y posible resalte de la zona capital y extremidades superiores. Su color es rojo claro, y mide 7 x 7 cm.
VALORACIÓN DEL
CONJUNTO DE RILLO
La primera circunstancia que se puede y debe plantear al tratar de este abrigo, o de otro en similares circunstancias, es la validez de la utilización del término "levantino". Sin duda, y mientras no se demuestre lo contrario, es un término que el tiempo ha ido asentando, y que supone la organización de un ciclo artístico por su adscripción a un área geográfica concreta. El término nunca fue muy afortunado por lo que de costero pudiera entenderse que propone, pues aunque haya una mayor parte de las manifestaciones pintadas en la vertiente oriental de aguas de las montañas del Levante español, la mayor agrupación se produce en las tierras altas, normalmente a bastante distancia del mar, y con núcleos característicos que no ven el mar ni de lejos, como el de Albarracín o los de Cuenca y Albacete. Si a esto añadimos nuestra actual constatación en tierras interiores, vertiente meseteña de la cordillera ibérica, el término levantino puede resultar hasta sorprendente
Un
estudio interpretativo de las pinturas
Una visitante habitual de
la página, Montse A. Martín, nos envía las fotos que tienes aquí
sobre las pinturas rupestres de Rillo I y Rillo II
Aquí el estudio de la Universidad de Alcalá sobre el Rillo I
Una aproximación a la pintura de Rillo II. ¿Que ves tú en las pinturas de Rillo II?
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